EL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN CUBA

EXPOSICIÓN

EL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN CUBA

FOTOGRAFÍAS DE: JULIO A. LARRAMENDI

TEXTOS: JULIO A. LARRAMENDI

Los libros sobre nuestro patrimonio cultural ya no son, por fortuna, una rareza. En torno a aquellos bienes y manifestaciones declarados Patrimonio de la Humanidad, dos de mis editoriales han realizado una labor, sin dudas, encomiable, aunque no tan vasta como hubiéramos querido, a causa limitaciones económicas que todos conocemos. 
 
En el caso de Ediciones Polymita, con fotografías de Julio Larramendi, se han publicado: 
-      Un don del cielo: Trinidad de Cuba, de Alicia García Santana 
-      Parque Nacional Alejandro de Humboldt: la naturaleza y el hombre (coordinado por Julio Begué-Quiala y Larramendi) 
-      Cienfuegos, la Perla de Cuba, de varios autores 
-      La Habana: imagen de una ciudad colonial, de Zoila Lapique 
-      La Habana: dimensión arqueológica de un espacio habitado (coordinado por Roger Arrazcaeta) 
-      Las parrandas de Remedios, de Erick González Bello y Juan Carlos Hernández 
 
De Ediciones Boloña, de la que todavía me siento parte, solo recordaré una pequeña muestra de su producción, porque de lo contrario debería reproducir prácticamente su catálogo completo: 
-      Para no olvidar, cuatro hermosísimos e irrebatibles tomos, bajo la guía de Eusebio Leal 
-      La Habana, ciudad viva, de Raida Mara Suárez Portal 
-      La extensa nómina de libros del Plan Maestro, dedicados no solo a La Habana, sino también a la red de ciudades patrimoniales de Cuba, con estudios multidisciplinares de invaluable utilidad 
-      La casa habanera, de Madeline Menéndez 
-      La Habana desparecida, de Francisco Bedoya 
-      Dos excepcionales repertorios bibliográficos: La Habana, puerto y ciudad, y Trinidad de Cuba y su Valle de los Ingenios, de Siomara Sánchez 
-      Más la obra ingente de Emilio Roig, de Eusebio Leal y de su equipo de colaboradores, recogida en múltiples soportes y adherida a cada piedra y a cada muro de esta parte de la ciudad 
 
Para que el cariño no me haga injusta, cito obras de varias editoriales cubanas, como, entre otros, el utilísimo volumen Monumentos Nacionales de la República de Cuba, del Consejo Nacional de Patrimonio; Viñales, Patrimonio de la Humanidad, del Centro de Estudios Urbanos de la Facultad de Arquitectura de la Cujae, Proyecto Los Mogotes y Cri-Italia, a los cual se suman los estudios de la inolvidable Teté Linares sobre nuestras músicas campesinas; La conga, la rumba: columbia, yambú y guaguancó, publicado por la Editorial Oriente, o La música en las sociedades de tumba francesa, de Olavo Alén, Premio de Musicología de Casa de las Américas, aparecido en 1986. 
 
No pretendemos, entonces, con El Patrimonio de la Humanidad en Cuba, revelar algo desconocido, a lo que no se ha dedicado suficiente atención. La virtud mayor de este libo es reunir, ahora sí por primera vez, todos los espacios naturales, monumentos, centros urbanos, saberes y manifestaciones cubanos que han merecido, hasta el presente, su inscripción como Patrimonio de la Humanidad, y en un acápite final, la Lista Indicativa 2023, con los bienes con potencialidades para ser nominados en el futuro a la Lista del Patrimonio Mundial. 
 
Se trata de un volumen de seguro atractivo para quienes nos visitan buscando algo más ―somos mucho más― que sol y playa. Igualmente, será de enorme utilidad para quienes tenemos el deber de mantener viva y adecuadamente conservada esa herencia: es decir, todos los cubanos. Por ello su posibilidad de constituirse en herramienta para diseñar el programa de asignaturas como Educación Cívica, Historia de Cuba o El Mundo en que Vivimos, impartidas en la enseñanza primaria, etapa idónea para inculcar el respeto al patrimonio, sustantivo que, no por azar, comparte etimología con patria. 
 
Las páginas de esta edición compartida entre el Consejo Nacional de Patrimonio y Ediciones Polymita ―con la significativa colaboración de la Ebrahimi Family Foundation, a través de la señora Mary Wilkie Ebrahimi, y de la empresa turoperadora Fly for Vacations y Arianne Gorgas, su directora para España y Portugal―, rinden homenaje a la memoria de Marta Arjona; con ella, asimismo, a los tantos cubanos que han dedicado talentos y esfuerzos a defender, restaurar, conservar, interpretar o transmitir nuestros valores patrimoniales. No están inspiradas por un didactismo ramplón, y, en consecuencia, aburrido: nos animó, a todos los que participamos en su preparación, el deseo de explicar y emocionar mediante la belleza, de ahí que la elocuencia de las imágenes y la eficacia del diseño asuman un papel protagónico. 
 
Ello implicó dificultades como desentrañar el trazado y la riqueza arquitectónica de La Habana y su sistema de fortificaciones, Trinidad y su Valle de los Ingenios, Cienfuegos o Camagüey en un número limitado de páginas, o fotografiar algo tan intangible como los saberes de los maestros del ron ligero cubano; no el consumo festivo o ritual, ni los multicolores cocteles, sino eso: los saberes. 
 
Fue un ejercicio de síntesis para los especialistas que debieron ceñir sus ensayos a un número de palabras que siempre les parecían pocas; hacerlos asequibles al lector “profano”, y además apasionar y crear conciencia. También para el fotógrafo Julio Larramendi, eterno enamorado de nuestra naturaleza, nuestra arquitectura y nuestra gente, compelido a determinar cuáles de sus tan queridas fotos-hijas quedarían fuera, y para el diseñador Jorgito Méndez, obligado a refrenar entusiasmos ―incluido el suyo― en aras de organizar el ritmo coherente de texto e imagen, lograr momentos de clímax visual y de lectura reposada, y garantizar la convivencia sin tropiezos del Parque Humboldt, el Morro santiaguero y el punto cubano, por citar solo un ejemplo. Todo ello bajo la mirada implacable de Nilson Acosta. 
 
El resultado ―creo que feliz, pero la recomendación viene de muy cerca― es el libro que estamos sometiendo a la consideración de ustedes, impreso y acabado cuidadosamente por Egondi Artes Gráficas. Fue editado en plena pandemia, violando más de una vez normas de distanciamiento, con dos nasobucos puestos y las manos despellejadas de tanto alcohol, pero “amando” cada página, diría Chico Buarque, como si fuera la última. Ojalá hayamos podido transmitir el aura de ilusión que nos envolvió a todos durante aquellos días, felices, es cierto, a pesar de tantos temores e incertidumbres colectivas.     

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