Santiago de Cuba ocho años después
Se acerca la media noche en Santiago de Cuba y nada presagia lo que en pocas horas sucederá.
Una alocución televisada del primer secretario del Partido en la provincia, Lázaro Expósito, anuncia con tintes dramáticos que el huracán Sandy pasará por la ciudad con una fuerza mucho mayor de la prevista, y urge a los pobladores a protegerse. Luego del corte del fluido eléctrico, la oscuridad hace más trágico el momento; comienzan a encenderse linternas y muchos prenden velas a sus santos, en busca de protección. Las ráfagas, con un sonido creciente, se van adueñando del escenario.
Llega el momento en que el ruido de las tejas arrancadas de cuajo, sin distinguir la ciudad del campo, ni las casas de mampostería de los humildes bohíos, acalla las plegarias y el llanto de los niños, y la furia incontrolable de los vientos se adueña de todo. Son largas horas de incertidumbre, escondidos en los lugares que parecen más seguros: dentro de armarios, debajo de las camas, en los baños En muchos casos, la familia se ha ido desplazando mientras la cubierta de la vivienda desaparece por pedazos. Todos esperan el amanecer.
Con las primeras luces del 25 de octubre de 2012, bajo una fina llovizna, poco a poco los vecinos van saliendo. El panorama es devastador; las calles están cubiertas de escombros y en muchos hogares, desde el centro histórico hasta los barrios periféricos y los campos, el cielo sirve de cubierta. Igual suerte sufren fábricas, almacenes, granjas agrícolas, iglesias, museos e instalaciones turísticas. Los derrumbes salpican el paisaje, mezclando por los suelos ladrillos con trozos de madera, tejas con restos de mobiliario.
Miles de habitantes quedaron sin un refugio, sin saber cómo pasarían esa noche, qué comerían, cuál sería su futuro. Pero en los momentos más amargos siempre estuvo presente la solidaridad de toda la población y el espíritu de los santiagueros. Gracias a la rápida evacuación de los más vulnerable, hubo que lamentar pocas víctimas, aunque Sandy ha sido el huracán más destructivo para el oriente cubano desde el Flora, en 1963.
Pronto se iniciaría la evaluación de los daños.
Cálculos actualizados cifran en 171 380 las viviendas seriamente afectadas, de las cuales 15 899 fueron destruidas y 50 585 perdieron la cubierta. A ello se suman 5 980 instalaciones de la economía y los servicios dañadas, para un total de 4 700 millones de pesos en pérdidas, fundamentalmente en los municipios de Santiago de Cuba, Palma Soriano, Songo-La Maya y San Luis.
La ayuda imprescindible comenzó a recibirse de inmediato; en primer lugar, del Estado cubano, que envió las reservas disponibles y brigadas de constructores y electricistas de otras provincias; de igual forma, numerosos países donaron recursos para paliar los perjuicios y mejorar las condiciones de vida de los damnificados.
El esfuerzo fue descomunal, y ocho años después, Sandy es el triste recuerdo de un desastre inesperado. Se ha trabajado en la eliminación de los barrios precarios, la construcción de modernas edificaciones y numerosas obras de beneficio social. Se han erigido más de una veintena de asentamientos poblacionales en varios puntos de la ciudad, con edificios de entre dos y cinco niveles, y diseños atractivos y funcionales.
Un recorrido por calles y avenidas muestra espacios acogedores, variadas ofertas gastronómicas y de otros servicios, centros de esparcimiento para todos los gustos y edades, 200 parques y plazas públicas embellecidos donde descansar del calor sofocante y una excelente iluminación nocturna por toda la ciudad. Y el trabajo continúa.
Los santiagueros suelen decir que Sandy se llevó lo malo y la ciudad luce mucho más hermosa que antes del paso del huracán, con nuevos espacios y oportunidades surgidos por doquier y habitantes empeñados en asegurar una vida estable y próspera.
Hoy Santiago puede mostrar mucho más que el Castillo del Morro, el Cementerio Santa Ifigenia, el Santuario de la Virgen del Cobre, el Cuartel Moncada, la Casa de Velázquez, el Parque Céspedes, la Catedral, los carnavales, la Fiesta del Fuego, la tumba francesa y la Casa de la Trova.
Recorrerla es encontrar, junto a la hospitalidad de su gente, la belleza esparcida por doquier.
¡Es Santiago de Cuba!
¡No os asombréis de nada!
Nota: las fotografías del paso del huracán Sandy fueron tomadas entre la madrugada del 25 de octubre de 2012, hasta el atardecer del 26.
Las imágenes del actual Santiago fueron tomadas en agosto de 2018 y julio de 2019.