El tabaco cimarrón

ARTÍCULO

EL TABACO CIMARRÓN

POR: JULIO A. LARRAMENDI

 EL 28 de octubre de 1492 llegaba Cristóbal Colón a Bariay, en el cacicazgo de Maniabón, al norte de la actual provincia de Holguín, y pronunciaba su muy famosa frase de que era la isla “más hermosa que ojos hayan visto”. 

Pocos días después enviaría a tierra a Luis de Torres y Rodrigo de Jerez, quienes entre el 2 y el 5 de noviembre vieron a hombres y mujeres aspirando el humo de unos cilindros de hojas secas. Así lo describió fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias: 
…siempre los hombres con un tizón en las manos [cuaba] y ciertas 
yerbas para tomar sus sahumerios, que son unas yerbas secas [cojiba] 
metidas en una cierta hoja seca también a manera de mosquete […]; 
y encendido por una parte de él por la otra chupan o sorben o reciben 
con el resuello para adentro aquel humo; con el cual se adormecen 
las carnes y cuasi emborrachan, y así diz que no sienten el cansancio. 
Estos mosquetes […] llaman ellos “tabaco”. 

En viajes posteriores los europeos descubrirían que el uso de la planta estaba extendido por todo el Nuevo Mundo, donde se empleaba para ceremonias mágico-religiosas y como medicina, y se consumía igual que habían visto en la isla de Cuba, pero también en pequeñas pipas y en horquetas que insertaban en la nariz. 

Aunque los conquistadores llevaron a España algunas hojas de la planta, en su afán de búsqueda de riquezas no reconocieron el enorme tesoro que se les desaparecía en humo entre las manos. 

Los primeros usos en las cortes europeas fueron como medicina, y solo años después comenzó a consumirse en forma de polvo, el “rapé”, obtenido en molinos de piedra. Así se utilizaba durante el siglo XVI y la primera mitad del XVII. 

En Cuba, en aquellas comunidades donde se encuentran los descendientes de nuestros aborígenes sobrevivientes al exterminio español, se conservan plantas de aquel tabaco originario o cimarrón con las que elaboran el “macuyo” para la fuma y la ceremonia del tabaco, para preparar, con las semillas fritas en aceite de comer, pociones contra el catarro, la neumonía, la bronquitis y para los “nacidos” (granos en la piel), se utiliza un pedacito de hoja marchita con cebo. 

En particular, en La Ranchería, una comunidad en un valle escondido entre montañas, lejos de las poblaciones principales de la provincia de Guantánamo, se realiza un rito único, bajo el nombre de ceremonia del tabaco, con intención específica de expresar aprecio y dar ofrenda a través del humo. Francisco Ramírez Rojas, “Panchito”, como cacique o viejo principal, la ofrece a los siete poderes, que son de suprema importancia para la vida de los humanos, tradición heredada de sus abuelos como señal de respeto al Sol y la Tierra. 
El empleo del humo del tabaco con propósitos similares después pasó a formar parte también del ritual religioso de origen africano en Cuba, hasta hoy, a causa de la convivencia entre indígenas y esclavos traídos de África desde fechas tempranas. 

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