El proyecto multidisciplinario Cuba Indígena acaba de romper el mito secular de la total desaparición de aborígenes precolombinos que expertos, estudiosos y hasta sabios certificaron en total extinción debido a la colonización española, enfermedades y hasta guerras intestinas, entre otras consideraciones. Errónea aseveración para no ir muy lejos.
Un hombre consagrado a la historia y otras pasiones nunca se dio por vencido: Alejandro Hartmann, Historiador de la ciudad de Baracoa, la más oriental de la isla y primera de las villas fundada en 1512. Antropólogo por más señas, durante cuatro años se dedicó al estudio e investigación de que aún vivían descendientes directos de aquellos primitivos aborígenes que fueron los primeros pobladores.
Hoy, para asombro de entendidos y amantes de la historia nacional, existe casi un centenar de cubanos que, tras pruebas de ADN realizadas en Europa, confirman su condición de herederos o descendientes de esos primeros habitantes insulares llamados también indoamericanos. Otros miles también a partir de los apellidos y el fenotipo.
El llamado y convocatoria de Hartmann pronto encontró respaldo en fotógrafos, antropólogos, especialistas en genética, arqueólogos, sociólogos y no podían estar excluidos los propios descendientes ubicados básicamente en intrincadas comunidades de la oriental provincia de Guantánamo.
La lista de los involucrados en “Cuba. Indígena hoy. Sus rostros y ADN”, es interminable. Unos en mayor medida como la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, y otros que por insignificante que pudiera resultar su papel, lograron una obra de incalculable valor llamada a convertirse en obligada consulta para el más docto especialista y el más humilde lector porque cumple magistralmente con esa dualidad tan difícil de alcanzar.
Mención aparte, y hay que recurrir a ese adagio tan añejo como cierto que una imagen vale más que mil palabras, al trabajo realizado tras las cámaras por el cubano Julio Larramendi y el español Héctor Garrido.
El texto, de excelente factura editorial, diseño e impresión, ya corre como la pólvora en diversos circuitos. Cada una de sus 215 páginas es un deleite para el conocimiento. Abundan los momentos de gran sorpresa, pero hay uno que, de manera especial, obliga al aplauso y la reflexión. Cito textualmente:
“… hoy podemos afirmar que tras la mirada de los habitantes de las montañas del oriente insular aún palpita el espíritu de unos antepasados amerindios. En las comunidades ya lo sabían, lo supieron siempre. Éramos nosotros quienes lo ignorábamos”.
Gracias, ”Cuba, Indígena hoy…”