A propósito del aniversario 509 de la fundación de Baracoa 

Texto: Alejandro Hartmann y Julio Larramendi 

Fotografías: Julio Larramendi 

Baracoa, ciudad primada de Cuba, nos deslumbra por develar tanto ignorado, por esa presencia, tangible o intangible, del Almirante y los taínos como protagonistas del encuentro de dos culturas, hoy con una visión diferente sobre la supuesta extinción de nuestros aborígenes. 

Los días de Colón en Baracoa y la materialidad de la Santa Cruz de la Parra constituyen el inicio de la crónica de cinco siglos —en los cuales se ha forjado la nacionalidad cubana— que recorren una efímera época de oro, años de penuria y abandono, y el presente de renovación protagonizado por un pueblo alegre, trabajador y orgulloso. 

La cultura baracoana ha sido expresada por sus artistas, por la arquitectura ecléctica, los platos típicos, los viejos sones aún tocados y bailados, las leyendas de personajes pintorescos y tradiciones vivas…, arropados por una espléndida naturaleza virgen, dueña y señora, límpida en sus aguas, y, en sus lomas, única en flora y fauna. 

Pero Baracoa es eso, y mucho más. 

Hay que visitarla, rendirse primero a su encanto, y luego estudiarla, descubrirle sus íntimos secretos, sus enseñanzas. Es compromiso con el futuro de la patria toda, amarla y cuidarla.