El Taller Experimental de la Gráfica de La Habana y sus piedras

ARTÍCULO

EL TALLER EXPERIMENTAL DE LA GRÁFICA DE LA HABANA Y SUS PIEDRAS

POR: JULIO A. LARRAMENDI

 
El Taller Experimental de la Gráfica de La Habana y sus piedras 

Son las nueve de la mañana de cualquier día laboral. Varios creadores trabajan en distintas fases de sus obras, y hasta la directora, Yamilys Brito, se empeña en las suyas, basadas en diseños de abanicos. 
 
En una de las antiguas y muy bien conservadas prensas alemanas del siglo xix, un especialista prepara las condiciones para trasladar a impresión el dibujo de la joven artista Iranidis Fundora, quien debuta en el viejo arte de la litografía. 
 
El impresor deposita en la base de la prensa la piedra, con el dibujo a lápiz graso de uno de los colores de la obra original; la impregna de tinta con un rodillo, coloca cuidadosamente la cartulina y comienza a girar el timón que hace que la piedra, la tinta y la cartulina se unan bajo la presión regulada por unos segundos. Y se hace la magia. Surge la primera copia impresa. Llevará varias semanas terminar el trabajo y tener las impresiones con todos los colores. 
 
 A todas luces emocionada, Iranidis explica a un grupo numeroso de estudiantes de primer año de la carrera de Ciencias de la Información, detalles del proceso, que son complementados por el impresor. 
 
Son precisamente estos estudiantes, guiados por sus profesores, la DC. Ania Hernández y Jonathan Zayas, quienes han trabajado con las piedras litograficas que, por decenios, han estado depositadas para su protección en un oscuro y estrecho espacio debajo de la escalera que conduce al segundo piso del inmueble. 
 
Con el entusiasta apoyo y participación del Taller, que abrió sus puertas y corazones al proyecto, se coordinó y asesoró la labor con los estudiantes. Durante algo más de un mes, dos veces por semana, bajo la atenta y amable supervisión de un especialista y protegidos con mascarillas y guantes, los jóvenes fueron extrayendo, una por una, las piedras para trasladarlas a una galería cercana, siempre dentro del Taller Experimental de Gráfica de La Habana (TEGH). Posteriormente comenzó el procesamiento, primero con una limpieza, que en algunos casos fue necesario hacer con agua pues varias piezas estaban protegidas con papel adherido; luego vinieron la medición, el registro del número original, la clasificación según el tema y la calidad del dibujo, la posible identificación, el escaneado con los teléfonos móviles y, finalmente, la fotografía de alta resolución. 
 
Todos los pasos se sustentaron en un programa desarrollado en la Facultad, que permite ir guardando los datos obtenidos e identifica al estudiante que realizó el procesamiento. Posteriormente se podrán desarrollar trabajos de investigación sobre los temas e industrias representados en el lote. 
 
El tabaco es el sector productivo más frecuente, seguido de las bebidas ―desde rones cubanos, hasta vinos españoles―, chocolaterías, farmacias, perfumerías, frutas y vegetales. Se ha podido determinar que las muestras datan desde los últimos años del siglo xix hasta mediados del xx y pertenecieron a la Compañía Litográfica de La Habana, fundada en 1906 a partir de otros talleres existentes desde décadas anteriores, y que cerró sus puertas en 1949. 
 
Aunque las primeras impresiones por este método se produjeron en Cuba a finales del siglo xviii, realizadas por el pionero Francisco Javier Báez y los hermosos dibujos de Antonio Parra, grabados por su hijo Manuel Antonio, para la Descripción de diferentes piezas de Historia Natural,1es en 1822 cuando se establece en La Habana, en Compostela esquina a Amargura, el taller de Santiago Lessieur y Durant ―con el sistema de impresión de Aloys Senefelder (1771-1834)―, considerado el inicio de los empeños litográficos en la Isla.2 
 
En el transcurso de pocos años se crearon nuevos talleres: en 1829, el de Luis Caire, en la calle Santa Teresa, hoy Teniente Rey, número 13, en La Habana; el de Juan Mata Tejada y Tapia, en 1834, en Santiago de Cuba; el de los franceses Francisco Miguel Cosnier y Alejandro Moreau de Jonnés, bajo el nombre de Real Sociedad Patriótica, en 1839, en la misma sede que años antes ocupara el de Caire; con diferencia de pocos meses, la Litografía Española de los hermanos peninsulares Francisco y Fernando de la Costa, en Obrapía entre Habana y Compostela, y la de Francisco Louis Marquier, en 1849, en Lamparilla 96, también en la capital. 3 
 
Con la creación de las tres últimas, y la presencia de excelentes artistas franceses y españoles de la talla de Federico Mialhe, Laureano Cuevas, el propio Fernando de la Costa, Louis Marquier, José Baturone y Eduardo Laplante, ven la luz las más memorables series de grabados en nuestro país: Isla de Cuba pintoresca (1839-1841), Paseo pintoresco por la Isla de Cuba (1841-1842), Viaje pintoresco alrededor de la isla de Cuba (1848), Álbum californiano (1850), Los ingenios (1855-1857) y otras. 
 
En la segunda mitad del siglo xix irrumpe el color, y tanto los grabados artísticos, como las etiquetas de productos cubanos, liderados por puros y cigarrillos, alcanzan una calidad y lujo extraordinarios; se llegó en algunos casos a imprimir con 10 colores, más bronce u oro, y embozado. Pero ese es tema para otro artículo. 
 
El TEGH conserva valiosas piezas de importantes artistas, cubanos y visitantes, desde la etapa de su fundación en 1962, en los bajos del palacio del marqués de Arcos, en la Plaza de la Catedral, hasta su posterior traslado a la sede actual, en el cercano Callejón del Chorro. Nombres como Víctor Manuel, Antonia Eiriz, Manuel Mendive, entre muchos cubanos, el chileno Roberto Matta y el venezolano Oswaldo Vigas entre los visitantes, enriquecen la nómina. Con el trabajo realizado se pudieron agregar algunos más. 
 
En los años 60 del pasado siglo, las piedras conservadas por miles en el edificio de la antigua Compañia Litográfica, en San Nicolás y Dragones, fueron consideradas inútiles y desechadas casi en su totalidad. El lote que nos ocupa, propiedad del TEGH, fue traslado primero a una nave del palacio del marqués de Arcos, luego a un espacio intermedio y, finalmente, al depósito actual, donde desde entonces ha permanecido decenios sin tocar. Mucho se podría hacer con una selección de las valiosas piedras, patrimonio industrial y cultural de la nación: exposiciones, catálogos, libros y, quizás, el soñado museo de la litografía en Cuba. Pero la decisión es del Taller, que durante todos estos años ha protegido y conservado tan significativo legado. 

Listado de fotos:
 
1. Estado original del depósito donde se encontraban las piedras litográficas en el Taller Experimental de la Gráfica. Se encontraron unas 4,000 unidades. 
2. Los estudiantes de la carrera de Ciencias de la Información durante la extracción y traslado de las piedras. 
3. La directora del TEGH, Yamilys Brito, supervisa el trabajo. 
4. El asesoramiento de los especialistas del taller fue imprescindible. 
5. Algunas piedras requirieron un lavado. Se realizó con mucho cuidado para no afectar el dibujo. 
6. Las piedras que requirieron un lavado más intenso fueron aquellas que en algún momento fueron protegidas con un papel adherido. 
7. Los estudiantes contaron con la guía de sus profesores  Ania Hernández y Jonathan Zayas. 
8. Los estudiantes, protegidos con mascarillas y guantes comenzaron el procesamiento de las piedras. 
9. Una vez limpias, las piedras son medidas, clasificadas por el estado del dibujo, identificadas por los temas, escaneadas con los teléfonos móviles y fotografiadas. 
10. A partir de los dibujos se ha podido datar el lote entre finales del siglo XIX y mediados del XX. 
11. Aunque el tabaco es el producto más representado, se encuentran de bebidas cubanas y españolas, farmacias, perfumes y otras industrias. 
12. Tapa clavo de las cajas de tabaco de la Fábrica Cabañas, de Hija de Cabañas y L. Carvajal, 1901-1902. Fue la primera establecida en Cuba en 1797 . 
13. Piedra correspondiente a la impresión de uno de los colores de dicha habilitación. Nótese que se aprovechaba el espacio al máximo. 
14. Los edificios de las fábricas de tabaco eran tema frecuente en las habilitaciones de las caja. 
15. Piedra correspondiente a la habilitación con la imagen de la fábrica de tabacos La Meridiana, de Pedro Murias. Último decenio del siglo XIX. 
16. Envoltura para picadura. 
17. Piedra con el dibujo de uno de los colores del paquete para picadura. 
18. Los símbolos nacionales comienzan a aparecer en las habilitaciones tabaqueras y cigarreras en los albores del siglo XX. 
19. Piedra correspondiente a las habilitaciones de la marca Baire. 
20. Al finalizar una de las sesiones de limpieza y catalogación, cada estudiante de esta brigada escogió la piedra que más le impresionó ese día . 

 
Notas: 
1.    Emilio Cueto, La Cuba pintoresca de Frédéric Mialhe, La Habana, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, 2010, pp. 19-34 
2.    Zoila Lapique, La memoria en las piedras, La Habana, Ediciones Boloña, 2002, pp. 20-31. 
3.    Zoila Lapique, ibidem, pp. 99-129. 

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