Trinidad

EXPOSICIÓN

TRINIDAD

FOTOGRAFÍAS DE: JULIO A. LARRAMENDI, CHIP COOPER

TEXTOS: JOSÉ A. MARTÍNEZ CORONEL

Entre el mar y la montaña, como diría Boti, la ciudad vive en sus gentes. Transustanciados, se contemplan. En el poyo, tras barrotes de madera o metal, balanceándose en un sillón hacia el patio o la calle, la mirada abraza la distancia, baja de la acera a los guijarros con esta sensación de caminos urbanos, lomerío de barrios en visuales contoneantes, soplo de monte y oleaje, murmura El Táyaba con el Caballero y en Guaurabo llegan a la desembocadura donde ancló Cortés, también Velázquez a su regreso del Arimao, la costa de Humboldt, Mialhe, Laplante, la península de Ancón en su espejo de agua casildeño, roca-arena-mangle a los leones en la Calzada de Concha, abanico enhebrado con las pulidas piedras de ríos fluyendo en estos arroyos entre casas cuando llueve y el agua desciende al paso ágil de quien salta y sigue bajo los pocos balcones de esta ciudad antigua, peregrina de sí misma, Dama del Tiempo, olorosa a sardinel, tejaroces, tornapunta, rafas y ladrillo, roja caricia del valle en estas paredes que nos observan, como ese vendedor de jabas descansando sobre losas bremesas mientras los niños juegan pelota en la plazuela de Segarte donde esta noche bailarán son y salsa los turistas que acaso compraron una jaba, ellos mismos fotografiados por este cubano que ha recorrido la Isla-Archipiélago y retrata, más allá de lo visible, el sonido de caballos y voces, cascos y volantas, piafa la locomotora en Manaca-Iznaga, el Valle de los Ingenios desde óculos e intercolumnios ascendentes en la torre modelada con melaza y látigo, tambor y violín, invisible sudor esclavo tras la gloria de estilos y apellidos, barrotes que verán el hierro sustituir madera cuando las casas giran fachada a la Plaza Mayor y la Parroquial ve niños corretear tras un balón, la escalinata del son y el wifi, el oasis del Café Don Pepe ante la torre de los franciscanos, tan cerca de la misa fundacional, el primer cabildo, pintura mural y azulejos, tirantes pareados, cuarterones y conopiales, estaciones del viacrucis, allá a lo lejos parpadean Protomoderno y Racionalismo en Topes de Collantes orlado de senderos, aves mientras aquí vuelvo a escuchar el cao montero, la rabiche, saltan las sombras de una fachada a otra y la ciudad se despierta, se abren puertas, llamador y bocallave palpitan, murmura el barrio en voces de estas fotos de Chip Cooper y Julio Larramendi, una anciana acaricia las cuentas de su rosario en el reclinatorio de su ventana, tejiéndose a sí misma la ciudad entre sus ríos y el mar. 
 
José Antonio Martínez Coronel 
Mayo 4, 2021 
Güines 

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